Les Restanques de Saint-Clair

Gracias a las posibilidades de transporte que ofrecía el tren, que en aquella época atravesaba Le Lavandou, los agricultores desarrollaron esta técnica y vivieron años de prosperidad.
En su libro Le Lavandou, Francis Marmier describe con precisión el proceso de construcción de las terrazas. “Las terrazas más grandes están sostenidas por muros de tres metros de altura, que a veces superan los cien metros de largo, cuyas bases, que pueden tener hasta un metro de espesor, descansan directamente sobre la roca in situ. Las piedras se colocan y se cruzan sin mortero ni otra preocupación que la de la mayor estabilidad, el acabado exterior se mejora en última instancia mediante innumerables escamas de piedra, clavadas con fuerza en las juntas con un martillo. Para aumentar su resistencia, los muros se construyen con un gran fruto, es decir inclinado hacia atrás, y reforzado hacia el interior por un espesor de bloque que favorece el drenaje. Enorme trabajo, técnica consumada, estética admirable (…) No lejos del mar, en las laderas mejor expuestas y protegidas del viento, estos muros de piedra seca retienen el calor y crean un microclima propicio para los cultivos tempranos. »

LA ERA AGRÍCOLA
Las terrazas de Saint-Clair han visto numerosas variedades de flores: alhelíes, arums, ixias, montbretias, fresias, margaritas, chamelaucium, caléndulas, statices, etc. – y verduras – frijoles, guisantes, patatas, etc. – crecer en sus tierras.
En su obra, Francis Marmier cuenta que en 1952, Marius Dorie, alcalde de Lavandou y consejero general, quedó sorprendido por la importancia de la producción agrícola en Lavandou: “900 toneladas de hortalizas y 80 cestas de flores”. Tras este período decisivo para la economía de la región, los cultivos fueron progresivamente abandonados y un buen número de tierras agrícolas dieron paso a construcciones que surgieron a lo largo de la costa del Var.